lunes, 18 de mayo de 2009

Esta vez no puedo escribir algo ácido o irónico, realmete estoy muy indignada con la ciudadanía negligente e irrespetuosa, no sólo ante la integridad de los demás sino ante su vida. El viernes pasado iba manejando en periférico casi llegando a chapultepec. Pasaban ya de las 11:30 p.m. y como siempre, el tránsito a vuelta de rueda desde el eje 5. Ya estando yo por donde les comenté, empezó a oirse la sirena de los bomberos. Pronto vi las luces de la torreta por el espero lateral y retrovisor. Cuando eso sucede lo primero que uno piensa es en abrise y dar paso al camión de bomberos, el cual no anda por las avenidas con la alarma de emergencia encendida nadamás porque los señores salvavidas quieren llegar a dormir temprano a sus casitas. El caso es que me abrí de inmediato hacia el carril de baja velocidad, sin embargo, la apatía de los demás conductores retrasaba la llegada de los bomberos al lugar delñ siniestro. Cada vez más cerca el camión la gente se quedaba parada, no se movían ni hacia un lado ni hacia el otro. Comencé a tocarles el claxón para que reaccionaran y dejaran el paso libre. Nadie hizo nada. Al paso de los bomberos recobré mi lugar en mi carril de origen, quedando a un lado de una camioneta negra muy elegante y nueva, la manejaba un señor que denotaba su estatus en esta cochina sociedad de inconscientes. Era la misma camioneta que estaba detrás de mí y que como muchos había hecho caso omiso ante la alarma. El hombre que la manejaba volteo a verme y y yo a él, de inmediato le mostré mi descontento y repudio ante su actitud. Él me miró como si quisiera demostrarme sus superioridad (la cual pongo mil veces en entredicho).
Como ese sujeto, muchos más conductores, hombres y mujeres, jóvenes y mayores.
Adelante, el accidente se podía observar, del otro lado del periférico un auto había chocado contra el muro de contensión. Cómo, no sé, había suficiente tráfico como para que un choque a baja velocidad produjera tal situación. Sin embargo, para mí eso era lo menos importante, ya que en ese momento lo que se pretendía era salvar la vida de quién iba en el automovil accidentado, y resguardar la integridad de los demás conductores agilizando la liberación del lugar. ¿Acaso eso es muy difícil de entender? ¿de verdad es tan complicado notar que -sin pensar en los afectados directos- si no dejas el camino libre a ambulancias, bomberos y patrullas, el tránsito se verá afectado más de lo normal y tu estancia en el camino será más larga? ¿En serio los ciudadanos mexicano y especialmente del Distrito Federal son tan pendejos hijos de puta y sin sentido común que no pueden ver más que por sí mismos? ¿A quién van a culpar, al gobierno, a la televisión o al internet? No serñores, la culpa es de uno mismo, por ser egoistas y al mismo tiempo conformistas; por ser unos carroñeros en todos los sentidos, por conformarnos con avanzar adelante de un carro y no dejarlo pasar, como si esa actutud nos hiciera adelantar horas de camino.
Ojalá que esa gente que no cede el paso a carros de seguridad nunca los necesiten, porque entonces no habrá nadie que los dejé pasar para que lleguen a salvarles la vida, a ellos, a sus hijos, hermanos o amigos.